Cuento ambiental #1

Cuento ambiental #1

Hasta que punto cuidar un punto

Él rebotaba sin descanso entre las ramas y le brindaba al suelo y sus habitantes y la sensación de ser besados juntos. Para su nacimiento fue necesario vivir allá, en lo alto de la montaña, cobijado cada día por la insolación y la mayoría de veces por nubarrones nacientes del paisaje imponente de la cordillera.  Sentía una gran empatía por las grandes poblaciones y es por esto que amaba las colonias y hormigas, que poseían un gran don de trabajo en equipo. Las hormigas un día lo invitaron a realizar un largo viaje en el que debía desprenderse de su paramo, decidió acompañarlas, tenía muchas ansias de conocer que existía más allá de su hogar, fue maravilloso para Él encontrar tantas diversidad, pero lo más solemne fue lograr posar su diminuto cuerpecito en cada hoja, flor, ala, caparazón y planta que encontraba; se sentía el rey del crepúsculo matutino, vestía de fiesta a la flora y besaba con su frescura la fauna. Pero ¡zas! Después de un largo recorrido tuvieron que taparse con ese amplio y catastrófico lugar. Y allí estaban él suspendido en el lomo atónito de una de las hormigas obreras quien a sus vez cargaba ese sentimiento de fragilidad, susto e impresión que él sentía, al observar que miles de sus congéneres recibían descarnados azotes a causa de pigmento industriales, olores desagradables, objetos que aplastaban y hasta cortaban. ¿Pero quienes eran esos seres extraños que aniquilaban a su paso sentimientos, objetos, recursos, y ocasionaban tanto mal? Él no lo lograba descifrarlos, lo único que le era evidente era que existían  miles, millones que se reproducían más rápido que las hormigas pero con abismales diferencias por lo grupal.

Desconcertado e invadido en las lágrimas, el majestuoso Punto de Roció resbaló, y presintiendo lo inevitable, más temprano que tarde, fue pisoteado por esos seres extraños.

Hoy, entre otros como él, se le encuentra vagando en un círculo vicioso que pareciera interminable, con uno de sus átomos  extirpados, con la agonía de la vida cojeando de la angustia de que algún día, aquellos indescifrables, terminarán por destruirlos y junto a Él, el lugar donde nació.

Autor: Johana Lizet Montoya 

 

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